5 ciudades pequeñas que conocer en México

México es un país hecho para explorar. Desde sus soleadas playas, sus imponentes montañas y sus ciudades cultas hasta sus extensos complejos turísticos y su cultura indígena, podría llevarte toda una vida explorar todo lo que México tiene que ofrecer. Además de sus prósperas metrópolis, como Ciudad de México, Monterrey y Guadalajara, el país también cuenta con espectaculares pueblos pequeños, donde podrás encontrar sitios llenos de historia, paisajes pintorescos y hoteles en el centro que te acercarán a las principales atracciones.

 

hoteles-en-el-centro-valle-de-bravo-mexicoSi estás listo para descubrir el lado más pequeño y local de México, consulta nuestra lista de las mejores ciudades pequeñas de México para visitar.

 

  1. Todos Santos, Baja California Sur

 

Todos Santos es una de esas ciudades de playa con historia al sur de la frontera que parece surgir de la literatura. Y aunque está ganando popularidad en la ruta turística, su espíritu relajado continúa.

 

No está lejos de Cabo, pero parece otro mundo. Todos Santos es un lugar privilegiado en Baja California para los aventureros. Las rutas de senderismo serpentean por el desierto y las zonas de playa.

 

  1. Izamal, Yucatán

 

No muy lejos de la capital del estado, Mérida, Izamal es una ciudad salpicada de tonos amarillos y ocres. Las calles empedradas están flanqueadas por edificios bajos de estilo colonial que parecen irradiar calidez, tanto en sentimiento como en color amarillo canario.

 

La ciudad fue en su día un centro de culto para el pueblo maya, repleto de templos dedicados a los dioses mayas. En el siglo XVI, los españoles colonizaron la ciudad y construyeron un extenso monasterio franciscano, el Convento de San Antonio de Padua, que sigue siendo el centro de la ciudad en la actualidad.

 

Todavía se pueden encontrar restos del pasado maya, a pesar de que los españoles hicieron todo lo posible por aplastar la centenaria herencia. La pirámide de Kinich Kakmo se encuentra al norte de la ciudad, cubierta de musgo, y se erige como tributo a un pasado casi olvidado.

 

  1. San Cristóbal de las Casas, Chiapas

 

En lo alto de una montaña en el altiplano del sur de México, San Cristóbal de Las Casas surge de la niebla. Impregnada de antiguas tradiciones chamánicas, esta ciudad colonial de montaña se aleja de cualquier otro lugar que hayas visto en México. La tribu maya tzotzil es la autóctona de esta parte del país, que es maestra en el arte textil y el misticismo chamánico.

 

Como es habitual en los pueblos pequeños de México, la carretera está pavimentada con adoquines, que se alinean a ambos lados con edificios coloniales de poca altura que resaltan con colores brillantes. Los mercados bullen de actividad, y el tenue aroma del incienso parece colgar en el aire.

 

Una de las principales arterias turísticas está repleta de restaurantes que sirven de todo, desde el tradicional tzotzil y el chocolate caliente local (una delicia en el estado de Chiapas) hasta cocina libanesa y té. Podrás encontrar sus encantos muy cerca de los hoteles en el centro.

 

  1. Mazunte, Oaxaca

 

La escarpada y salvaje costa de Oaxaca es una de las más bellas de México, con bahías solitarias, acantilados escarpados, montañas onduladas y una serie de tranquilos pueblos de playa que esperan ser descubiertos.

 

Mazunte se agrupa en torno a dos playas: Playas Rinconcito y Mermejita. Es un paraíso de belleza natural y vida salvaje, sobre todo de tortugas marinas. De hecho, cuenta con un centro de investigación en la misma ciudad.

 

  1. Valle de Bravo, Estado de México.

 

Valle de Bravo, uno de los Pueblos Mágicos de México, es una ciudad lacustre situada en el lago Avándaro. Envuelto en un espeso bosque y rodeado de montañas humeantes, el pueblo colonial es famoso por ser una escapada de la élite de Ciudad de México.

 

El lago, aunque no lo creas, está hecho por el hombre, pero eso no hace que las vistas sean menos espectaculares. El centro colonial está salpicado de tejados rojos de terracota y surcado por calles empedradas. Por eso, aunque es una ciudad turística, desprende un carácter y un encanto decididamente mexicanos.

 

Los visitantes pasan los días alquilando barcas en el lago, haciendo senderismo en las colinas o acampando.